¿Me quiere, no me quiere?

Que patético parece ser tratar de olvidar a una persona.
Veamos:
Uno decide establecer una relación con una persona.
La relación se establece.
Llega el límite de goce. Algún perdido, o caído del catre, le llama la cima de la felicidad. (Bien por él)
Por cuestiones ajenas a la voluntada (o no), la relación se desgasta.
Uno termina peleando con esta persona.
Uno se reprocha errores.
Uno se le pelea consigo mismo.
Arduo e intenso dolor. (Varía entre 2 semanas y el resto de la vida)
Al fin, calma provisoria.
Busca uno motivos que lo inculpen.
Tal vez perdonando a la otra persona, uno asume culpas.
Esto parece no ser suficiente.
Entra la etapa de acecho, de vigilancia. (Permítanme llamarla así)
Uno como quien no quiere la cosa, camina por lo lugares frecuentados por la ex media naranja.
Uno está atento al celular o al teléfono de la casa, porque: “puede ser ella”. Que ruega para que la relación se reestablezca.
Uno va asumiendo que forzar al destino para que un encuentro no es la mejor solución.
Entonces fuerza más el destino, con un mensaje de texto, una confusa llamada perdida.
Pero tampoco esto parece ser la solución. Entonces, espera a que una noche de frío se largue el más aguado temporal. Uno se lanza a la carrera en busca de la casa de la fémina en cuestión. Cual pollito mojado toca el timbre de la casa. Y con cara de haber contraído una fulminante neumonía por la ardua corrida del auto hasta la casa, pone la cara de cordero degollado y melancólico y suplica con los ojos, las manos, la cara, y el resto del cuerpo, por que no. Apelando nada mas y nada menos, que a la ternura de, en este momento, la presa que se quiere recuperar.
Hablar de sentimientos en este punto es algo más que confuso. Uno se siente como un coctel de varios litros de licores bailan en la panza, y la necesidad imperiosa de ser sincero y tratar de romper un record de cuanta palabras por minuto se pueden decir.
A veces, con dos palabras, hasta el saludo, es más que suficiente.
Si usted ha llegado a la palabra numero 50, (espero por el bien de ambos que no las este contando), retírese y siga su vida.
Finalmente y caso primero: usted vuelve, y cumple por un tiempo, que ronda los 4 meses, el papel de novio perfecto. Extraído de la más vulgar novela puertorriqueña.
Caso segundo: usted encuentra un modelito usado, revolviendo en los anaqueles nocturnos, y ve que esta más al alcance de sus necesidades imperiosas. Y mira para atrás, con cierta burla en la comisura de la boca, y se oye repetir: “menos mal que me saqué esa loca de encima”. Se limpia la lágrima que corre por su mejilla, y retoma la ardua tarea de procrear.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que lo voy a imprimir y llevar en la billetera. Permítame decir que esto se tambalea entre lo gracioso, ridículo y triste. Y sí, como la vida misma.
Excelente relato.